¿Cómo construir un clima laboral libre de empleados idiotas?
Seguramente usted los conoce. Son
agresivos, critican a todo el mundo y destruyen la cohesión de cualquier
grupo de trabajo. Por eso, muchas compañías ya están tomando medidas
para desterrar a los idiotas de la organización… también llamados
empleados “Alonso”.
La californiana SuccessFactors es una de
las firmas de software de mayor crecimiento del mundo. Muchos analistas
creen que una de las razones de su éxito radica en su agradable
ambiente laboral, un ambiente que potencia la motivación y creatividad
de cada uno de sus empleados.
Y si echamos un vistazo a sus políticas
de capital humano, nos encontramos con una curiosidad: el código de
ética de SuccessFactors prohíbe explícitamente la contratación de
empleados idiotas.
¿Qué es un empleado idiota o llamado “Alonso”?
El significado de “idiotez” que
utilizaremos en este artículo nada tiene que ver con la capacidad ni con
el coeficiente intelectual. Aquí, calificamos de idiotas a los
empleados que envenenan cualquier ambiente laboral.
Seguramente, usted haya tenido que
lidiar mil veces con ellos. Los idiotas son aquellos que disfrutan
humillando y desmoralizando a sus colegas, aquellos que se empeñan en
señalar todos los errores sin jamás destacar un solo acierto. Aquellos
que solo se limitan en dar quejas, en usar es chismorreo para hacer
quedar mal sus compañeros ante colegas y superiores. Solo con el
objetivo de figurar o quererse destacar.
Esta es la clase de gente que
SuccessFactors se esmera en mantener fuera de la organización. De hecho,
al ingresar a la empresa, todos deben firmar un contrato
comprometiéndose a colaborar con sus colegas y contribuir a la formación
de un ambiente agradable, exento de política y favoritismos.
En un artículo de la consultora
McKinsey, el especialista Robert Sutton señala que los empleados idiotas
presentan altísimos costos bajo la forma de gastos legales, problemas
de retención de talento y baja reputación entre clientes e inversores.
Por ejemplo, señala Sutton, una
tecnológica de Silicon Valley tenía un vendedor estrella que resultaba
ser un auténtico imbécil. Por un lado, es cierto, sus dotes para la
venta generaban miles de dólares de facturación. Sin embargo, teniendo
en cuenta los asistentes que huían despavoridos, gastos legales y un
tratamiento de manejo de la ira, los managers finalmente descubrieron
que la supuesta estrella les costaba nada menos que 160.000 dólares
anuales.
Ahora bien, ¿cómo construir un ambiente laboral libre de idiotas?
En primer lugar, las empresas
comprometidas con el bienestar de sus empleados jamás usan la expresión
“este muchacho podrá ser un reverendo imbécil. ¡Pero cómo vende!”
En estas compañías, la performance de
los empleados y sus dotes interpersonales jamás son vistas como cosas
separadas. Tratar bien a la gente es un requisito para que alguien pueda
ser considerado un buen trabajador.
En segundo lugar, las empresas
comprometidas con el buen clima laboral lidian inmediatamente con los
problemas. Apenas algún trabajador presenta los primeros síntomas de
idiotez, se les advierte que esta clase de comportamientos no son
tolerados en la organización. Al segundo exabrupto, el empleado idiota
es cortésmente invitado a abandonar la organización.
En tercer lugar, una empresa libre de
imbéciles no necesariamente significa una compañía donde no existan
confrontaciones. Los enfrentamientos no son necesariamente
perjudiciales.
Lo importante, sostiene Sutton, no es el
conflicto en sí sino la forma en que se desarrolla y resuelve. Las
disputas sólo son venenosas cuando los idiotas apelan a agresiones
personales, faltas de respeto e intimidaciones.
Intel, una compañía comprometida con el
desarrollo de un buen clima laboral, brinda a sus empleados un
entrenamiento en “confrontaciones constructivas”. Así, los conflictos
son encauzados para potenciar el surgimiento de nuevas ideas en lugar de
crear rencores indelebles.
Esto no solo se desarrolla entre los
análisis individuales. Todas las empresas cuentan con los conflictos
entre los distintos departamentos que la componen. Ponerse la camiseta
en un sector, se refleja más en menospreciar el trabajo de otras áreas,
que en defender las actividades que se desarrollan en la misma. Siempre
estará presente aquel en afán de ponderar su rol, mencione la total
incapacidad de un sector que tenga una fuerte relación con su función.
Será difícil imaginar una empresa que no
cuente con estos individuos. El empleado “Alonso” es algo que crece
porque se incrementa la cantidad de personas que se involucra en
escuchar esos comentarios. Esa complicidad siempre perjudica al ambiente
laboral y no existen planes concretos en los RRHH para contrarrestar
esos movimientos. Así como SuccesFactors, la clave radica en que se
promueva el liderazgo que siempre propone la mirada positiva como la
única de generar el óptimo clima profesional.
Finalmente, y muy importante, las reglas anti imbéciles deben aplicarse
no sólo entre empleados sino también (aunque duela) con los clientes. La
cadena de gimnasios, Gold’s Gym, no tiene problemas en aplicar el
derecho de admisión a los clientes que alguna vez hayan sido
irrespetuosos hacia algún empleado.
En definitiva, sostiene Sutton, un
ambiente laboral libre de idiotas o empleados “Alonso” es un ambiente
laboral agradable, limpio y productivo, un ambiente que atrae y retiene
talento. Por eso, en estos tiempos de escasez de buenos trabajadores, un
grato clima de trabajo debe convertirse en un objetivo estratégico de
cualquier política de recursos humanos.
Cabe destacar que estos empleados
“Alonso” son la causa más común en desestabilizar organizaciones,
quebrar empresas y perder el rumbo financiero.
¿Viene la pregunta En su empresa existe algún empleado “Alonso”?
Tomado de Materi biz – Capital Humano Malabia – Argentina
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